Thursday, October 17, 2013

Anathema: Invierno Emocional


El 10 de octubre de 2013 fue el día en el que el Teatro Caupolicán de Santiago recibió a la banda británica una vez más. Los trabajos recientes de Anathema son Weather Systems(2012), un álbum de excelentes  composiciones; y Universal(2013), un DVD en vivo. Esa noche, mostraron lo mejor de ellos y de su discografía.
El bajista Jamie Cavanagh y el baterista John Douglas (miembro del conjunto inglés desde sus comienzos) están siendo reemplazados durante la gira sudamericana por Tobel Lopes y Daniel Cardoso respectivamente. Pero también están los de siempre: Daniel Cavanagh en guitarra y voz, Lee Douglas en voz y Vincent en guitarra y teclados.
Daniel Cavanagh
 Los fanáticos se hicieron presentes una vez más, llenando la planta baja del teatro. El grupo fue recibido con una ovación. Partieron el show con “Untouchable” parte uno y dos, las que yo considero las mejores canciones del disco: tiene a las voces muy inspiradas de Daniel Cavanagh y de Lee Douglas mostrando lo mejor que tienen. Vincent Cavanagh se hace cargo de los teclados en la segunda parte de esta obra, que comienza como una balada y transmite una fuerte carga emocional, que conmueve a cada uno de los asistentes al concierto.
 Después vienen “The Gathering of the Clouds” (que recuerda algo a “On the Run” de Pink Floyd pero con la melancolía característica de Anathema) y “The Lightning Song”, dos canciones que están unidas por sus melodías y acordes como lo estaban las dos partes de “Untouchable”. Hasta ahora todos los instrumentos y voces suenan bien, excepto por la guitarra de Danny que suena muy bajo.
  
 “Thin Air”, del disco We’re Here Because we’re Here(2010), parece ya ser una favorita del público chileno que recibió entre vítores este tema. Es una pieza con una fuerte influencia post-rock que fue perfectamente ejecutada por este grupo inglés, dejándonos a todos con la boca abierta.
  
  Danny invitó al público a cantar “Dreaming Light”, también del disco del año 2010. Esta es una balada más tranquila que calmó un poco a los fanáticos pero los tuvo muy atentos.
 A continuación vino uno de los momentos más memorables: Danny anunció que iban a tocar una del Judgement(1999), uno de los disco más queridos por los chilenos. Y sonó el arpegio de “Deep”, lo que motivó a todos a saltar y cantar junto a la banda.
  “Emotional Winter” fue otro clásico notable de esa noche. Remontándose a la época donde había algunos trazos de metal en la música de Anathema, se creó un ambiente de misterio y melancolía que permeó en el Caupolicán.
  A continuación, la banda tocó “Wings of God”, otra del Judgement, y “The Beginning of the End” (la favorita de Daniel Cardoso, según Danny Cavanagh), con la que volvieron a Weather Systems. Vincent se despachó un solo genial en esta excelente canción.
Danny pidió al público “hacer la portada del DVD Universal” antes de comenzar con “A Natural Disaster” del disco homónimo de 2003. La gente alzó sus celulares y cámaras recreando la portada.
  La cantante Lee Douglas estaba de cumpleaños, y el público le cantó el “cumpleaños feliz” en español. Entonces ella lució su voz en “A Natural Disaster” y fue acompañada por todo el teatro.
Lee Douglas


 “Closer” es una canción extraña, también del disco A Natural Disaster. La voz de Danny es pasada por un efecto electrónico y la batería hace un crescendo junto al teclado. Parece una canción de Daft Punk que después se vuelve rockera. No es de mis favoritas pero es muy pegajosa y el público la disfruto muchísimo.
 Después Anatema volvió a tocar una canción de We’re Here Because we’re Here: “A Simple Mistake”. La voz aguda de Danny guía esta canción que fue una de las mejores de la noche en mi opinión. Los últimos minutos de esta canción reviven el pasado de doom metal de Anathema.

Los músicos dejaron el escenario por un tiempo. “Internal Landscapes” fue la siguiente canción. Comienza con un largo monólogo y después aparecen los músicos para tocarla y se vuelve una canción 100% post-rock. Fue la que menos me agradó  del concierto porque me parece un tanto predecible. Además es demasiado extensa para lo poco que ofrece y el monólogo, aunque es bueno, no se entendió cuando pasó por los parlantes.

Con “Shroud of False” del álbum Alternative 4(1998) Anathema inicia una sección del concierto formada por clásicos de sus discos de los noventa que fue pensada especialmente para ser tocada en la sección sudamericana de la gira, según ellos mismos. A continuación, el piano de “Lost Control” pone al público a cantar “Sí, estoy cayendo… ¿Cuánto falta para que toque el suelo?/ No te puedo decir por qué me estoy desmoronando/ Te preguntas por qué prefiero estar solo/ ¿He perdido realmente el control?”. Esta triste canción emociona a todos por igual, con Daniel Cavanagh inspiradísimo y Vincent haciendo un gran trabajo en teclado y guitarra.

  Después vienen “Destiny” e “Inner Silence”, del mismo Alternative 4. La primera es una canción tranquila y corta que funciona mas bien para introducir “Inner Silence”, una buenísima canción que, aunque también es corta, es grandiosa por el uso de la batería en el descrescendo final, además de la maravillosa guitarra de Vincent.
  Pero “One Last Goodbye” se lleva todos los aplausos. Esta es una de las obras más emotivas de Anathema y su excelente ejecución en el Teatro Caupolicán caló en los más hondo de las almas de los fanáticos y también de los músicos, ya que esta canción está dedicada a la fallecida madre de los hermanos Cavanagh. Sin duda este fue el clímax del concierto.

    Los músicos salieron del escenario solo para volver después de un minuto y tocar un encore. “Parisenne Moonlight” y “Fragile Dreams” saciaron el hambre del público. Anatema agradeció el apoyo y saludó a los chilenos afectuosamente. Fue una velada magnífica, digna de una de las mejores bandas inglesas de rock de la actualidad. Grande Anathema.

Tuesday, August 13, 2013

La Lluvia



      Está lloviendo en Santiago de Chile. Lamentablemente, esta ciudad se inunda en varios sectores cuando llueve, incluso si no llueve mucho. Pero no hay que temerle a la lluvia. La lluvia es necesaria. La lluvia es vida. Todas las plantas y los animales que la necesitan ahora la tienen a su disposición, el aire se limpia de las inmundicias del smog y todo tiene un color distinto cuando llueve.
   En el siglo XIX vivió en Europa un músico que entendió este sentimiento. Tuvo una visión distinta y original del piano y por medio de este instrumento mostró su imaginación al mundo: se llamaba Frederic Chopin.
   Voy a hablar del preludio “Gotas de lluvia” (Preludio No. 15). Comienza suave y en tono mayor, con una preciosa melodía. Después modula a menor. Tiene tempo rubato (en ciertas secciones se toca más rápido o más lento, muy característico de Chopin). Las modulaciones suenan como propias del período romántico. 

    En la segunda sección, el piano se pone oscuro y ominoso al pasar a una tonalidad menor. La melodía es tocada en el registro grave y una nota aguda se toca varias veces, creando el efecto sonoro de unas gotas cayendo constantemente. Esto representa la llegada de nubarrones que pronto descargaran toda su lluvia sobre la tierra.
 Después Chopin vuelve a la delicada melodía en tonalidad mayor del principio, dando paso al sol que brilla nuevamente sobre la tierra que ahora esta mojada y las plantas húmedas que crecen en ella.
    Recomiendo ver la película “Sueños” de Akira Kurosawa, que tiene una hermosa secuencia con esta excelente pieza de Chopin.




Otro artista que se inspiró en la lluvia fue David Gates. “Suite de Nubes y Lluvia” es una pieza notable que es cercana a lo que algunos llaman “pop barroco”. Un piano introduce la melodía principal en tono menor, después se le une un sintetizador en una preciosa progresión armónica. La letra dice “Si de todas las maravillas del mundo se me permitiera tener una, creo que siempre escogería una nube (...) Mira las nubes, están dando vida allí abajo, en colores que un lienzo no puede mostrar”. Siento como si David le hubiera puesto letras a la obra de Chopin de la que antes hablé.
     
    Una segunda sección con un piano staccato (que recuerda un poco al grupo Supertramp) nos brinda otro placer auditivo. El tempo es levemente más rápido que en la parte anterior y eso le da más fuerza y diversidad rítmica a esta obra. La última sección es más rápida y tiene un solo donde brilla el sintetizador. Esta es la tormenta. Después la canción finaliza con con la calma de la melodía principal de la introducción.

   Dream Theater hizo una de sus mejores obras con el motivo de la lluvia: 
“Trial of Tears”, que forma parte del álbum “Falling into Infinity” Parte con una introducción que recuerda a King Crimson o Yes con su mística, acompañado de un riff exquisito de una sonoridad modal.  
    
  “It´s raining” es la primera parte . John Myung toca un bajo potente y James LaBrie canta mostrando sus capacidades al máximo, a pesar de haber sufrido una accidente que afectó su voz antes de grabar el disco. En “Deep in Heaven” John Petrucci ejecuta un solo digno de un gran guitarrista. Derek Sherinian muestra un buen dominio de las teclas y da a esta obra un toque “lluvioso” con los sonidos de su sintetizador, como también lo dan las tonalidades usadas.
     
   “The Wasteland” reutiliza el tema de “It’s Raining” en forma de balada pero después entra la distorsión, que representa una lluvia torrencial. La canción termina como empezó, con esas notas místicas. Suena como sonaría el arcoíris después de la lluvia.

     Esos son 3 tipos distintos de música que hablan de un tema en común. La Lluvia (o la falta de ella) es un tema presente en todas las culturas del planeta. Es algo que nos interesa a todos, por eso aparece en el arte de todo el globo. Esa es la fuerza unificadora de la música.

la lluvia

Thursday, August 8, 2013

"Somewhere in Time" de Iron Maiden


Iron Maiden es una de las bandas esenciales del Heavy Metal. Se hicieron conocidos en los años ochenta pero se han mantenidos vigentes hasta hoy: en los últimos cinco años han tocado por el mundo para cientos de miles de personas en las Américas, Europa y Asia, incluso pasando por destinos nunca antes visitados por Iron Maiden (Mumbai, Bangalore, Dubai, Puerto Rico).
   
Pero Iron Maiden no solo es un mar de gente que va a ver a unos viejos de pelo largo. Es un grupo que toca muy buena música y representa el espíritu del Heavy Metal.
    Sin embargo, ahora quiero traer a su atención algo “no tan heavy” en la historia de la doncella de hierro. Se trata de Somewhere in Time, un disco que incorpora a la música pesada de Maiden las guitarras sintetizadas, algunos teclados, entre otros elementos que fueron criticados en la época en la que grabaron este disco.
  
Eddie en Dubai

El primer track es “Caught Somewhere in Time”. Comienza creando expectación con las dos guitarras armonizadas y se convierte en una galopante y épica obra. Bruce Dickinson canta bien pero en el coro se le nota demasiado “vibrante”, a punto de desafinar. Los solos son bien ejecutados por los guitarristas Dave Murray y Adrian Smith, pero la guitarra rítmica es a veces opacada por el bajo de Steve Harris (un prócer del las 4 cuerdas en el metal). En general “Caught…” es un tema enérgico y entretenido pero no es tan memorable como “Be Quick or Be Dead”, “Fear of the Dark”, “The Trooper” y otros clásicos acelerados de Maiden.

“Wasted Years" es una de mis favoritas personales. El riff inicial es muy emocionante y la estrofa está a la altura, con Bruce luciéndose. El coro dice “No pierdas tu tiempo buscando esos años perdidos, levanta la cara y date cuenta de que estas en tus años dorados”. Los solos son sublimes, unos de los mejores de esta banda sin duda. Esta canción es un siete, es excelente.

  “Sea of madness” tiene un riff que recuerda al álbum “The Number of the Beast”. Harris acentúa las notas del bajo y Nicko McBrain hace un buen trabajo en los fills durante el tema. Sin embargo, el coro no logra interesar mucho al oyente y el interludio no es muy entretenido (Bruce canta “madness” varias veces y se hace algo monótono)

“Heaven can Wait” es uno himno vertiginoso que incluye secuencias y/o teclados pero muy sutiles. El oyente notará más las guitarras sintetizadas. Yo opino que en los solos de “Heaven…” aportan bastante a que sean originales e interesantes pero en los riffs (como en el coro o el interludio) saturan la canción de muchos instrumentos a un volumen fuerte, lo que normalmente me agrada en esta banda y sé que es una de sus características de Iron Maiden  pero en este coro se hace molesto. Sin embargo, este es un problema del disco porque en vivo suena bastante bien.
  
El riff que da comienzo a “The Loneliness of The Long Distance Runner” Esta bien logrado, se nota un mejor uso de los efectos. Después la pasada a un riff rápido y pesado, aunque brusca, logra un buen efecto en el auditor  pero recuerda demasiado a “Caught…”. El tema del corredor está presente en lo musical y en lo lírico. Las guitarras ejecutan su característico twin lead, rasgo característico de Maiden, de una formas más provechosa que en las canciones anteriores del álbum y (presionadas por la batería) logran un efecto “Trooper”. “Tengo que seguir corriendo” canta Bruce mientras la batería cambia de 4/4 a 8/8 dando la sensación de que el corredor empieza a cansarse. Esta es una buena canción pero le falta un poco más de originalidad.

 “Stranger in a Strange Land” es la más fome del disco. Es la única que no me gusta. El teclado del coro es muy monótono y lo que tocan las guitarras no es muy creativo. La letra recuerda a “Pictures of Home” de Deep Purple. El tópico del extranjero en una tierra fría y poco amistosa no es nuevo, pero se puede abordar de maneras más originales. Deep Purple lo logró, Iron Maiden… no tanto.

Pero ahora la doncella me tapa la boca con “Deja Vu”, que si bien comete el error de empezar nuevamente de la misma forma que “Caught…” y “The Loneliness”, se desarrolla como un vertiginoso metal ochentero, de esos que dan ganas de moshear. Un mejor uso de los teclados, los efectos y las guitarras sintetizadas hacen de este un buen tema. Lo malo es que la batería esta demasiado alta en la mezcla del disco (la remasterización que tengo yo) y se extrañan los solos, pero “Deja Vu” es muy disfrutable.

La última canción, “Alexander The Great”, es la mejor del disco. Fue la primera que escuche del álbum y me trae recuerdos de cuando tenía 14 y 15 años y estaba descubriendo a Maiden. “My son, ask for thyself another kingdom, for that which I leave is too small for thee” (“Hijo mío, debéis procuraros otro reino, ya que el que yo os dejo es muy pequeño para vos”). Esta es la cita al rey Felipe de Macedonia que sirve de introducción.
 Me imagino a Alejandro Magno viajando a conquistar Asia con esta introducción marcial en la que las guitarras suenan impecables.  Una vez más ocurre una transición una parte fuerte pero el ritmo no se acelera tanto y el riff es el mismo, así que el efecto es bueno. Las letras son las mejores del disco: mencionan fechas, lugares, personajes históricos y sus viajes. El metal también da clases de historia.
El interludio “progresivo” suena como algo que tocaría Génesis: cambia de tono y la guitarra limpia puntea sobre el bajo y la guitarra rítmica además de una batería interesante.
El próximo riff es notable: Es épico, es marcial, es simple pero muy efectivo. Sobre el suceden los mejores solos del álbum. Entre tappings y hammer-ons, Murray y Smith dan cátedra de cómo tocar el Heavy Metal. Los versos finales hablan de los últimos días de Alejandro Magno y su muerte en Babilonia, todo esto con la voz del carismático Bruce que canta y grita como solo él sabe hacerlo.

  Somewhere in Time no es el mejor disco de Iron Maiden pero fue el álbum en el que viraron hacia un sonido más cercano a lo que sería “Seventh Son of a Seventh Son”, una obra cumbre de la docella de hierro. Somewhere in Time  destaca por las poderosísimas “Wasted Years”, “Caught Somewhere in Time” y “Alexander the Great”. La primera formó parte del “Somewhere Back in Time”, que los trajo a tierras sudamericanas donde brindaron unos de sus mejores conciertos, con fuegos artificiales, la mascota Eddie como robot (como en la portada del álbum), escenografía egipcia y DVD de por medio. Este disco hay que escucharlo. Grande Maiden. 
                                           Video no oficial de "Alexander the Great"



Tuesday, July 30, 2013

"Close to the Edge" de Yes


“Cerca del borde”.  Así se titular el álbum que Yes publicó en el año 1972; un disco que, aunque ellos no lo sospechaban, pasaría a la historia como una de las grandes obras del rock británico.
¿No me cree? Escuche Close to the Edge. Si no se lo dijeran, nunca se daría cuenta de que esta innovadora obra fue hecha hace ya 41 años.
Desde los primeros segundos el oyente se da cuenta de que esta ante algo “místico”. La punzante guitarra de Steve Howe y los oníricos teclados de Rick Wakeman guiarán este recorrido sonoro desde ahora en adelante: Se escucha una melodía críptica en 12/8, un solo de guitarra y después se introduce el tema(melodía) principal. Esto evoca las imágenes de las cascadas, plantas, rocas y nubes que acompañan las obras de Yes en las caratulas de sus discos y en su interior.  Las ilustraciones de Close to the Edge fueron hechas por Roger Dean.

      A continuación, el cantante Jon Anderson introduce “The Solid Time of Change”. Esta es la primera parte de la canción que da título al álbum (“Close to…”). Anderson canta acompañado de un instrumento de cuerda que aumenta la sensación “mística” de esta música (podría ser una mandolina) y del potente bajo de Chris Squire. Las letras, como muchas otras de Yes, hablan de la naturaleza, la espiritualidad y la filosofía: “una gota de rocío puede exaltarnos, como la música del sol, y sacarnos del plano en el que nos movemos”. Las letras de “Close to the Edge”  fueron escritas por Jon Anderson y Steve Howe. Anderson ha dicho que se inspiró en varios libros esotéricos, particularmente  en la novela “Siddharta” de Herman Hesse, para componer esta obra.
   “Total Mass Retain” es muy parecida a la primera parte pero tiene alteraciones rítmicas (Los instrumentos de la sección rítmica y la voz tocan en distintas cifras de compás) y un interludio al final, guiado por un potente órgano y el grueso sonido del bajista Squire. Esto da paso a una sección llamada “I Get Up, I Get Down”
Los dedos de Wakeman introducen esta tercera parte. Con armonías vocales perfectamente ejecutadas (que recuerdan a los Beach Boys) y los suaves acordes del teclado, Yes nos pone en trance, pero nos despierta después con un poderoso órgano que nos recuerda a la música barroca.
   El baterista Bill Bruford arremete con redobles de caja y toda la banda entra para acompañar a Wakeman que toca el tema principal de  “Solid time…” con un sintetizador que suena “marciano”. Esto da inicio a la cuarta parte.
   En “Seasons of Man” aparece  uno de los solo más conocidos de Wakeman. Sobre los mismos acordes de “Solid time…”, el tecladista se luce. Jon Anderson nos cante el final de esta larga y genial canción con la precisión vocal que acostumbra. “Las estaciones pasaran al lado tuyo. Ahora que todo acabó, llamado a su semilla, directo al sol, ahora que tú te encuentras, ahora que estás completo, Las estaciones pasaran por al lado tuyo. Me levanto y me caigo, me levanto y me caigo.
Así termina “Close to the Edge”. Pero Yes tiene en este álbum otros 2 tracks. Sin ellos, el disco no sería tan magnífico como es.
    “And You And I” comienzan con armónicos de guitarra que si bien son simples, pueden enmudecer al oyente por su belleza (fue lo que ocurrió cuando asistí a un concierto de Yes en mayo del 2013).
El crédito por las letras de esta canción es de Anderson. Él es quien irrumpe después de la introducción para cantar acompañado de una guitarra con toques de “folk” europeo para y un bajo con un pedal de efecto “chorus” (novedoso para la época).  Esta sección se llama “Cord of Life”.
    Después viene una parte “sinfónica” donde la melodía la lleva Wakeman, que no deja de brillar en todo el álbum. Esta sección es “Eclipse”. Un inspirado Anderson muestra el alcance de su aguda voz mientras el baterista Bruford marca el ritmo con precisión de reloj. Todo tiene un aire a grandeza en este punto del álbum gracias a la cohesión de Yes.
“The Preacher The Teacher” vuelve al tema folk del principio pero con un aire más resuelto. Un solo de Rick Wakeman da paso rápidamente a “Apocalypse” que nos muestra de nuevo el tema sinfónico y la voz para terminar con la guitarra acústica de Howe… una canción perfecta.
    “Siberian Khathru” Es el último track. Tiene otra vibra al los dos anteriores: toma inspiración del hard rock más cercano a Led Zeppelin para los riffs principales, además de no seccionarse en “movimentos”, pero con la personalidad progresiva de Yes siempre presente (en este caso presente más que nada en Wakeman, que toca el synth con sonidos de cuerdas de orquesta, clavecín y maderas).
Las letras de esta canción también fueron escritas por Anderson pero son bastante más difíciles de descifrar. Se habla de una gran ave de rapiña que habitaría en Siberia.  El trabajo de Howe, Squire, Bruford, Wakeman  y Anderson es una vez más de altísima calidad. Me gusta mucho el “scat singing” de Anderson(canto con monosílabos repetidos: “da, da,da”) Son inesperados y su patrón rítmico sorprende incluso si el auditor está familiarizado con el rock progresivo.

El sonido delicado de las cuerdas del sintetizador es reforzado por el bajo de sonido metálico que ejecuta Squire. Howe se despacha uno de los mejores solos del disco. Termina con un decrescendo, como si nunca acabara (como me gustaría que no se acabara). Este disco no tiene nada de mas ni de menos, es perfecto tal como es.  Son 37 minutos y 45 segundos de rock con recovecos barrocos que nos invitan a un país desconocido: un país llamado Yes.